¿Quién realmente vulnera a las instituciones?: ¿Andrés Manuel López Obrador, con su metáfora del tigre? ¿La panista Margarita Zavala; el perredista "El Jaguar” Ríos Piter; el priista “El Bronco”, Jaime Rodríguez; con su disfraz de independientes y sus trampas para buscar su registro? ¿Ximena Puente, que brinca de un organismo autónomo (el INAI) a una candidatura del PRI? ¿El PRI con el uso faccioso de la PGR en el caso Anaya?
El proceso electoral actual, nos permite apreciar cómo, lejos de consolidar una democracia que hoy estaría celebrando su mayoría de edad, estamos inmersos en más corrupción y prácticas democráticas. A 18 años de lo que debió haber sido el acto fundacional de un nuevo país, la alternancia en la presidencia de la República, seguimos sumidos en un sistema político que simuló renovar instituciones, leyes y políticas, para seguir siendo igual.
En julio de 2000, México dio un paso fundamental en su proceso de transición democrática: la alternancia en la presidencia de la república. El nuevo siglo inicia con amplias expectativas de consolidar la ruta democrática. Larga historia hay tras ese hecho, que podría haberse convertido en la piedra fundacional de un nuevo país. No fue así.
Dieciocho años después, podemos apreciar cómo se refuncionalizó el sistema político mexicano. Los mecanismos autoritarios, antidemocráticos y la corrupción del viejo régimen, no hicieron sino adoptar nuevas formas, que se aprecian con claridad en el proceso electoral 2018.
La consolidación democrática no llegó, en buena medida, por la ineptitud manifiesta del Vicente Fox, cierto, pero también porque, partidos y clase política, en vez de hacer las reformas institucionales y legislativas necesarias, y generar una cultura política democrática, desviaron el rumbo y prefirieron consolidar prebendas y privilegios; defendieron sus intereses y se olvidaron del compromiso con la sociedad.
Al partido único, sobrevino una pluralidad de marcas partidistas que, en general, han perdido fronteras ideológicas. No hay gran distinción entre el actuar de un político priista, que uno panista, perredista, morenista, o del partido que sea.
Sumado a ello, políticos saltan de un partido a otro según convenga a sus intereses particulares y facciosos. La supervivencia del régimen, tiene que ver con su capacidad de colocar peones bajo las siglas de distintos partidos. Hoy, lo podemos apreciar al revisar las candidaturas al Senado de la República en donde el PRI ha colocado a candidatos en su alianza con el PVEM y en el uso maniqueo que en Oaxaca hace del PRD-PAN-MC, cuyo abanderado es otro priista de viejo cuño, Héctor Pablo Ramírez. En las candidaturas a diputaciones federales, pasa lo mismo: Manuel García Corpus, Beatriz Rodríguez Casasnovas, Carol Altamirano, entre otros, pasan de un partido a otro.
Las candidaturas a diputaciones locales y presidencias municipales, no hacen sino confirmarlo. Basta señalar la designación de Samuel Gurrión Matías, candidato a presidente municipal por el Frente por México (PRD-PAN-MC), siendo incondicional del exgobernador Murat. Los ejemplos se suceden.
Desde hace varios meses, nos encontramos en intensas campañas políticas. Como en los últimos años, estas se caracterizan por las descalificaciones, la mercadotecnia y la imagen. Hay pobreza en las propuestas y opacidad en los intereses reales.
Aun cuando no hay definiciones ideológicas claras, se puede apreciar que hay dos proyectos de nación en juego: uno, que no es sino continuidad en el modelo político-económico de los últimos 30 años y que ahora encuentra albergue en Ricardo Anaya, José Antonio Meade y Margarita Zavala. El otro que, sin ser plenamente antisistémico, encuentra referente en la izquierda y el nacionalismo, y que represente Andrés Manuel López Obrador.
En las próximas semanas, desde distintas trincheras se buscará develar lo que políticos y partidos se resisten a mantener en la opacidad. En Oaxaca un grupo de organismos civiles (AMEDI, EDUCA, NOSOTRXS), medios de comunicación (Página3, CORTV), instituciones académicas (CIESAS-IESO-UABJO), periodistas y ciudadanía, exigimos un derecho humano fundamental para la toma de decisiones: el derecho a saber. La desinformación o la falta de información clara, confiable, nos hace vulnerables; puede haber entonces éxito en los intentos de manipulación, simulación o engaño. Por eso es necesario transparentar el ámbito de lo público, y la política, por supuesto.
Quienes participamos de la iniciativa Por el derecho a saber, creemos que no todo está perdido. El espacio público, el espacio de la política, nos los han secuestrado; este proceso debe convertirse en oportunidad de recuperarlo. Es tiempo de escudriñar, revisar, analizar, la actuación de candidatos y partidos; historia, propuestas, proyecto, fortalezas y debilidades. Es necesario hacer que este proceso electoral, se convierta en tiempo y oportunidad de la ciudadanía.
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